miércoles, 29 de abril de 2009

Sal demonio sal! salado quiero mi lechón

Exorcismo

...¿O habría que decir exorsexismo?

Esa mañana Marihierva se levanto hambrienta como nunca. Había pasado una noche maravillosa de sexo desenfrenado junto a un plantel de jugadores de bochas de la tercera edad y le picaba el bagre como nunca. Bajo a desayunar y le pidió a Martirio que le preparara un desayuno contundente que saciara su apetito. Martirio, quien sentía un profundo amor por nuestra heroína, no dudo en preparar su plato favorito: lechón con licuado de banana. Pero como sabia que Marihierva estaba con mucha hambre no le preparo un lechón sino siete lechones bien condimentados con chimichurri, con ensalada rusa y nueve litros de licuado de bananas para bajar los lechones. Pero, y a pesar de las buenas intenciones de Martirio, un peligro de dimensiones gigantescas acechaba a Marihierva detrás de uno de esos sabrosos lechones que delicadamente degustaba. El séptimo lechón, que había nacido durante un eclipse lunar estaba poseído por el espíritu de Juan Carlos Onganía. Y Marihierva, luego de comer inocentemente ese cachorro de cerdo asado, comenzó a sentir que su alma empezaba a abandonar su cuerpo para quedar completamente subyugada por el maligno espíritu del otrora presidente de la nación.

Al poco tiempo de engullir el lechón Marihierva comenzó a hablar en un lenguaje extraño y a eructar azufre. Martirio estaba acostumbrada a los eructos de la muchacha, pero estos no se parecían en nada a los que usualmente expulsaba de su cuerpo. Pero realmente empezó a preocuparse cuando desde las tetas de Marihierva comenzó a salir una voz que clamaba por el reordenamiento de la nación en base a los preceptos de la santa iglesia católica. Martirio corrió a avisar a tía Victoria y a todos los que se encontraran en la casa y pudieran ayudar a su amiga. Luego corrió al escritorio del Wilkins y allí se comunico telefónicamente con Monseñor Jacinto Surundunga, el obispo que años antes había exorcizado a Graciela Borges luego de que esta quedara poseída por el espíritu de Carlos Monzón tras comer un sándwich de mortadela.

Luego de hablar por teléfono con el obispo, Martirio volvió a la cocina preocupada por su amiga. Allí encontró a tía Victoria a todo el personal de servicio de la casa intentado ayudar a Marihierva, quien se encontraba suspendida en el aire y cantaba ¡No es importante, ni el fin del mundo, arriba chicos, somos segundos! Afortunadamente en ese momento llego la Pocho, quien era la única capaz de bajar a Marihierva del aire y llevarla cargando hasta su habitación.

La depositaron en la cama y la ataron porque ya se había vuelto peligrosa para ella misma y para los demás. Quería morder a todo el que se el acercara y no dejaba de gritar ¡Yo le depile el pubis a Sofovich y me gusto Jajjaajajjajajargggarjjaj!

Cuando llego Monseñor Surundunga ya había anochecido y una gélida luz blanca salía de la habitación de Marihierva en dirección al obispo. Nunca habia visto algo asi, que tetas penso!, y despues la cara de perversa de Marihierva, era como si el espíritu de Ongania supiera que un enviado de Dios se acercaba para liberar a la joven de ese demonio nacionalista.

El obispo saco de su portafolio una varilla de pan duro y una fotografía de Carlos Menem en bolas. Luego de rezar el salmo nº 158.762.354 de la carta de San Cocho a los Comecolchones procedió a cagar a varillasos a Marihierva, y luego, cuando el demonio ya estaba debilitado de tantos palos que le habían dado al cuerpo que usurpaba, el obispo mostro la fotografía del riojano desnudo al grito de sal demonio, sal demonio. Al ver semejante aberración de la naturaleza en bolas y luego de haber recibido varillazos de pan hasta en las pestañas, el demonio finalmente abandono el cuerpo de Marihierva liberando así el alma de nuestra heroína.

Luego se fueron todos (incluido el obispo) a la bailanta de la Pocho a celebrar y se olvidaron de lo ocurrido con canciones de Alcides y uno regios vinos Don Ernesto.

¡El bien siempre triunfa!





Juan Carlos Onganía, el demonio que poseyó el cuerpo de Marihierva



El lechón poseído antes de ser comido por la inefable Marihierva





Marihierva levitando.

En realidad no levitaba, sino que expulsaba fuertes gases que le daban impulso. Vete demonio vete!!!







Monseñor Jacinto Surundunga.






Graciela Borges poseída por el espíritu de Carlos Monzón luego de que la actriz comiera un sándwich de mortadela.



1 comentario:

  1. Mis queridos amigos, me parece que estoy viendo los avances de otra novela en el Canal de las Estrellas.
    O sera que para las 10 de la noche ya estoy mas borracha que Peter de Polvorines.
    La cuestión es que a mi me parece que esta Marihierva está mas gorda, no estará preñada?
    Es como una loba ella, una loba que se roba los lechones, por Dios.
    Pobre gorda. Yo la quiero, siempre sueño con ser como ella.

    Chicha Cornetti

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